Cómo hacer anuncios locos para negocios desastrosos.

 

Cuando era una cría, el momento más emocionante de todo el año era la Noche Vieja.

 

Cenaba en casa de mis abuelos con todos mis tíos, mis primos y alguna incorporación que iba variando de año en año.

Pasábamos todo el día con los preparativos de la cena.

 

Los adultos se ponían nerviosos, los niños pletóricos y los abuelos aprovechan para hacer las gamberradas reservadas para las grandes ocasiones.

 

A media tarde mi abuela iba caldeando el ambiente “convidando” sólo a los nietos, a una palomita;

y bajo amenaza de que si los padres se enteraban nos quedaríamos sin fiesta.

 

La palomita consistía en un vaso de agua con un chorrito de anís.

 

Hoy sería motivo de intervención de los asuntos sociales, pero entonces solo era un cabreo de los padres y un

“cuando seas abuelo tu también podrás hacer lo que te de la gana”,

que todavía se sigue aplicando en mi familia.

 

 

Ese momento molaba mucho porque ya nos íbamos animando, pero lo mejor de lo mejor, venía después de la cena.

 

Justo después del postre, la abuela y los seis churumbeles abandonábamos el salón, rumbo a la cámara no tan secreta.

 

Allí es donde mi abuela tenía los baúles con todos las cosas que ya no utilizaba, pero no quería tirar por un por si acaso que aún no ha llegado.

Abríamos los baúles de la ropa de todas las generaciones conocidas y cada uno se ponía lo que quería.

 

Cuantas más cosas y más horribles mejor.

 

El objetivo es que los adultos no nos reconocieran.

 

-(Como si eso fuera posible….)-

 

Vestidos  y pintados como andrajos, aparecíamos en el salón y empezaba el desfile, el escándalo, las confusiones y la máxima felicidad de la abuela y los nietos.

 

Así hasta que caíamos rendidos.

 

Años más tarde, me seguían gustando las fiestas de disfraces.

Sólo que ya no me servía improvisar con las reliquias del baúl de mi abuela.

 

Empezaba a preparar el Haloween en verano y el carnaval después de Navidad.

 

Traje, peinado, maquillaje y hasta la coreografía del baile requería meses de preparación.

 

Bien.

 

Con los anuncios de un negocio pasa lo mismo.

 

Tranquilo, que no es que requiera meses de preparación, sino que no se trata de poner en un anuncio todo lo que te han dicho que funciona.

 

Ya sabes, una imagen llamativa, un texto persuasivo, una llamada a la acción, el vídeo… en fin… un poco de todo y nada en concreto.

 

Se trata de planificar, cuándo, cómo y a quién quieres llamarle la atención.

Y sobre todo para qué.

 

Que no es lo mismo presentarte al concurso de disfraces del garito de moda, que tener un pase vip a la fiesta que organiza “El círculo de Bellas Artes”.

 

Te puedes poner lo que quieras para llamar la atención pero…

…la atención y la reacción no van a ser las mismas.

 

Te lo garantizo.

 

La diferencia está en ser y anunciar un negocio que invierte en publicidad o un negocio desastroso que se planta lo que se le ocurre.

 

Para preparar una estrategia que llame la atención y sobre todo para que  consigas la reacción que te interesa igual te funciona hacer una estrategia con sentido común.

Eso justo es lo que hago por aquí.

 

Un saludo,

Vero.

 

PD: Los disfraces, como los negocios y las estrategias de publicidad también evolucionan. Para ganar evolucionando en el enlace de arriba.