Lo indecente que puede ser correr una maratón.

Para el común de los vivientes correr una maratón es una auténtica pasada.

Física y mental.

Para mi correr un kilómetro ya es admirable; me da igual el ritmo, me canso solo de pensarlo.

Pero correr cuarenta y dos kilómetros es otro nivel.

 

Mira,

el tiempo medio de preparación para un principiante son quince semanas.

Si, ciento cinco días seguidos preparándote física y mentalmente, cuyo único objetivo es llegar a la meta.

No ganar la carrera, ni siquiera llegar entre los cien primeros.

 

Sólo llegar.

Ese es el objetivo y la recompensa.

 

Al menos eso es lo que dicen los corredores de maratones.

 

Ponte en situación:

Imagínate que haces el esfuerzo y que te preparas.

Llega el día de la carrera y consigues llegar hasta la meta, pero no consigues pasarla porque no cabes por el arco.

¿Crees que es una peli que me he montado?

Pues no, esto tal cual le ha pasado a Lukas Bates, un corredor británico que no entraba por el arco de la meta porque iba disfrazado de Big Ben y con el disfraz no cabía.

 

Me quedo sin palabras (decentes) para decir lo que opino.

No es normal hacer semejante esfuerzo y conseguirlo sin haber visto mil veces la meta antes de llegar.

Y lo que es peor todavía: ¿su entrenador tampoco lo detectó?

Pues se ve que no, solo tenían en mente batir un récord, que no batieron.

 

Eso si que lo veo normal.

 

El trabajo de un entrenador es el mismo que el mío:

Ocuparme de que tu consigas tu objetivo.

Cambia, que sea una carrera, un negocio, vender un curso, encontrar pariente o llenar un beach club.

Me da igual como lo llamemos.

 

Se trata de conseguir objetivos.

 

El entrenador tendría que saber cómo es la meta, las pulsaciones del corredor, la previsión del tiempo de distintas fuentes, la altitud, la presión, la velocidad del viento y un montón de cosas más.

 

Yo tengo que saber de un negocio quién lo dirige, cómo es, dónde está, quienes son sus clientes (los buenos, los regulares y los que van a dejar de ser clientes), quién es su competencia (y con quien le interesa colaborar), qué quiere conseguir y qué piensa hacer cuando llegue a la meta.

 

Y muchas más cosas…

 

Una vez que tengo esta información se lo «cuento» a Facebook, a Instagram o te lo pego en un Posit en la frente.

Después llegan las ventas, los clientes y los resultados.

 

Al revés no funciona, NUNCA.

 

Al revés, puedes llegar a la meta con una equipación muy pintona y no entrar, por muy bien que sepas como funciona el GARMIN.

 

Esta es mi forma de entender y trabajar mi negocio y el de mis clientes. 

Aquí la cuento a diario.

 

Saludos,

Vero.

 

PD: Si te encaja mi forma de entenderlo sólo tienes ir al enlace de arriba y aplicarlo al tuyo.