Si hay algo que funciona de forma maravillosa son las excepciones.
Da igual de la rutina que se trate, tu haces una excepción y el cerebro entra en alerta.
Reacciona, se estimula y funciona mejor.
Te cuento esto porque -como excepción-, hace unos días salí de fiesta con unos colegas;
una fiesta con copas, madrugadas y risas flojas.
Mis colegas empezaron con unos chupitos de Jägermeister; que al parecer es la bebida de moda y está destronando al dios gin-tonic y sus complementos gourmet.
Yo no lo he probado, ni pienso hacerlo.
No me gusta como huele y ese es mi filtro para probar las cosas.
Aunque apenas se nada de licores, si que había oído hablar de este.
Tengo una amiga que es experta en saraos nocturnos y me pone al día de las tendencias.
Ya sabes, hay expertos de cualquier cosa.
Mi amiga lo describió así:
“Ese licor de infierno es peor que el vómito de lucifer; un solo chupito es suficiente para revolverte hasta las uñas de los pies y no poder colocártelas en tres días”.
Sin exagerar…
Sin embargo, mis amigos me contaban que está de p*** madre porque en segundos te entona el cuerpo hasta el día siguiente.
Bien,
me quedó claro lo que si que hace es no dejar indiferente a nadie.
Para bien o para mal la emoción es fuerte, intensa y duradera.
¿Alguien da más?.
Mi mente friki-estratega no se quedó ahí, así que al día siguiente investigué a los de Jägermeister.
Descubrí que este brebaje tiene un montón de años y otro montón de ingredientes naturales.
Con algo más de rigor:
Se fundó en 1935 a partir de 56 hierbas y su propósito era mantener espabilados a los cazadores, en las frías noches de cacería, gracias a la hierbas y a los 35º que las acompañaban.
El propósito del brebaje creo que tampoco ha cambiado tanto.
Bromas aparte.
Su reclamo publicitario apunta directamente a lo que buscan sus consumidores:
“Rebelde y atrevido”.
El resultado es que el licor de hierbas que espabiló a los cazadores alemanes, anestesió a los heridos de la II Guerra Mundial, animó los encuentros deportivos de los 70, ha conseguido situarse como el protagonista de cualquier farra que se precie en pleno s XXI.
Esto si que es una trayectoria emocional mega-rentable y no la de los que salen en las revistas del cuore.
A ninguno de los consumidores le ha importado ni los grados, ni la fórmula, ni el inventor, ni los 383 controles de calidad actuales.
Les importa lo que sienten cuando se lo toman y punto.
Los de Jägermeister lo saben y por eso invitan con su licor a atreverse.
Venden rebeldía y atrevimiento.
El resto es negocio, estrategia y marketing.
No se si Jägermeister te gusta o no, ni siquiera si lo has probado.
Lo que si espero que sepas es la emoción que te interesa vender.
Para ganar más y vivir mejor, digo.
Para conseguir vender emociones y que te compren tu producto es lo que comparto por aquí.
Saludos,
Vero.
PD: Atreverse en secreto está bien, pero vender es un nivel más.
No es un secreto, es sentido común. Para vender cosas emocionando con estrategias poco comunes en el enlace de arriba.